Si la mayor parte de las especies que componen el amplio y variado reino vegetal son verdes, ello es debido a la presencia en ellas de un pigmento llamado (clorofila), habitual en casi todas las plantas con semilla, así como en helechos, algas y musgos.
La clorofila puede formarse en raíces, tallos, hojas y frutos, y no desaparece, si bien en ocasiones, por ejemplo en otoño, es solapada por otros pigmentos, lo que posibilita que aparezcan los tonos amarillentos y rojizos propios del otoño.
Con todo, aunque la clorofila tiñe a las plantas verdes, no es esa su principal misión.
En realidad, esta sustancia permite a los anteriores respirar y alimentarse, no en vano se encarga de adsorber la luz necesaria para la realización de la fotosíntesis.
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