A comienzos del año 2015, un equipo de científicos de la Universidad de Buckingham y la Universidad de Sheffield enviaron un globo a una altura de 27 kilómetros para recoger muestras de polvo y otras partículas.
Una vez traídas a la Tierra, los científicos observaron las muestras con un microscopio. Ellos hallaron una diminuta esfera metálica, del grosor de un cabello humano, que chocó con la superficie del colector de muestras fijado al globo, dejando una pequeña hendidura. Esto sugería que la esfera se movía a gran velocidad.
El análisis de rayos X de la esfera mostró que estaba hecha de titanio con rastros de vanadio. El titanio es uno de los metales más duros conocidos y tiene un punto de fusión bastante alto. Esto llevó a los científicos a concluir que la esfera bien podría haber sido fabricada y ser de origen no terrestre.
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