“Me disponía a escribir un nuevo libro y los temas se sucedían en la mente buscando el indicado. El chocolate, cual moscardón Rimski-Korsakoviano, hacía vuelos rasantes entre la razón y el sentimiento. Es que este producto, legado de civilizaciones perdidas, aumenta su misticismo siglo tras siglo y nosotros, los pasteleros, vamos teniéndole cada vez más respeto…!