Un día Bill le llamó a su amigo para decirle que le dolía mucho el codo. Su amigo le sugirió que acudiera a un ordenador de la farmacia, lo último en tecnología médica, que puede diagnosticar cualquier cosa más rápido y más barato que un médico.
"Sólo tienes que poner una muestra de orina y el ordenador te diagnosticará el problema y te dirá lo que puedes hacer. Sólo cuesta 10 dólares". Bill pensó que no tenía nada que perder, así que llenó un frasco con una muestra de orina y fue a la farmacia. Encontró el ordenador, vertió la muestra y depositó los 10 dólares. El ordenador empezó a hacer ruido y varias luces empezaron a parpadear. Tras una breve pausa, apareció un pequeño papel en el que estaba impreso: "Usted tiene codo de tenista. Sumerja el brazo en agua caliente. Evite levantar objetos pesados. Mejorará en dos semanas".
Esa misma noche, mientras pensaba en lo increíble que era esta nueva tecnología y en cómo iba a cambiar la ciencia médica para siempre, empezó a preguntarse si se podía engañar a esta máquina. Mezcló agua del grifo, una muestra de heces de su perro y muestras de orina de su mujer y su hija. Por si fuera poco, se masturbó en el brebaje. Volvió a la farmacia, localizó la máquina, vertió la muestra y depositó los 10 dólares. El ordenador volvió a hacer el ruido habitual e imprimió el siguiente mensaje:
"Su agua del grifo es demasiado sucia. Compre un filtro. Su perro tiene lombrices. Consígale vitaminas. Su hija consume cocaína. Métala en una clínica de rehabilitación. Su mujer está embarazada de gemelas. No son suyas. Consiga un abogado. Y si no deja de masturbarse, su codo de tenista nunca mejorará".